La Belleza de la Física

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Equação do Modelo Padrão

Collins bebió su último sorbo de té más o menos para el tiempo en el que yo terminé mi vaso con agua.

– Vamos a reabastecernos – dijo, indicándome que le siguiera por el pasillo.

Sin estudiantes o catedráticos, el edificio estaba siniestramente callado, nuestras voces hacían un leve eco mientras caminábamos por el corredor vacío.

– El día está demasiado bello como para pasar mucho tiempo dentro del edificio – comenté mientras llegábamos al área de la cocina.

– Sí, está perfecto para correr – dijo Collins.

Llené mi vaso con agua mientras él mezclaba su té. El silencio prevaleció por unos cuantos momentos, y luego Collins señaló:

– El hablar sobre la belleza me recordó otra línea de razonamiento que apunta hacia un diseñador – dijo.

– ¿De verdad? – pregunté -. Cuéntame.

Piensa en la extraordinaria belleza, elegancia, armonía e ingenio que encontramos en las leyes de la naturaleza – contestó mientras nos dirigíamos de vuelta as salón de conferencias -. Se han escrito libros enteros al respeto. Weinberg se pasó un capítulo entero explicando cómo se han utilizado los criterios de belleza y elegancia para guiar a los físicos al formular las leyes correctas. El físico teórico Alan Guth dijo que la construcción original de las teorías indicadoras de la física de partículas fundamentales “fue motivada principalmente por su elegancia matemática”. Uno de los científicos más influyentes del siglo veinte, Paul Dirac, ganador del premio Nobel y académico en Cambridge, hasta afirmó que “es más importante tener belleza en nuestras ecuaciones que hacer que estas se ajusten al experimento”. Un historiador dijo que la belleza matemática fue una “parte integral” de la estrategia de Dirac. Dijo que Dirac creía que los físicos “tenían que seleccionar primero las matemáticas más bellas, no necesariamente conectadas a los fundamentos existentes de la física teórica, y luego interpretarlas en términos físicos”.

– ¿Y puedes ver belleza en las leyes y principios de la naturaleza? – pregunté.

– Oh, absolutamente – declaró -. Son bellas, y también son elegantes en su simplicidad. De forma muy sorprendente. Cuando los científicos tratan de construir una nueva ley de la naturaleza, de manera rutinaria buscan la ley más simple que explique adecuadamente los datos.

Interrumpí con una objeción.

– ¿No está la belleza en el observador? – pregunté -. Qué es y qué no es bello parece algo muy subjetivo.

– La subjetividad no puede explicar el éxito del criterio de la belleza en la ciencia – respondió -. No esperaríamos que patrones puramente subjetivos sirvieran como base de las teorías que hacen predicciones precisas, tales como el éxito de la electrodinámica cuántica para predecir la corrección cuántica para factor g del electrón. Además, no toda belleza es subjetiva; también existen aspectos objetivos, el menos en el sentido clásico. En su libro The Analysis of Beauty [El análisis d la belleza], escrito a mediados del siglo dieciocho, William Hogarth dijo que la característica que define la belleza o a elegancia es la “simplicidad con variedad”. Y eso es lo que los científicos han hallado, un mundo en donde la simplicidad fundamental le abre paso a la enorme complejidad que es necesaria para la vida.

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Equação da superfície mínima

Me aventuré con otra alternativa.

– Tal vez el concepto de belleza es meramente el producto de la evolución – dije -. Quizá tiene un valor de supervivencia, y por eso nuestro sentido de lo que es bello ha sido formado por selección natural.

– Eso solo aplicaría a cosas que podemos ver, tocar o escuchar; las cosas que en nuestro mundo cotidiano son necesarias para la supervivencia. Sin embargo, la evolución no puede explicar la belleza que existe en el mundo subyacente de las leyes físicas y las matemáticas – dijo -. En la física observamos un misterioso grado de armonía, simetría y proporcionalidad. Y observamos algo a lo que llamo “descubribilidad”. Lo que quiero decir con eso es que las leyes de la naturaleza parecen haber sido cuidadosamente arregladas para que pudieran ser descubiertas por seres con nuestro nivel de inteligencia. Eso no solo encaja en la idea de diseño, sino que también sugiere un propósito providencial par la humanidad: aprender acerca de nuestro hábitat y desarrollar la ciencia y la tecnología. – Collins mencionó que Davies también comentó acerca de la belleza de la naturaleza en su libro Superforce [Superfuerza]. Posteriormente encontré el pasaje:

Una reacción común entre los físicos a los increíbles descubrimientos … es una mezcla de deleite ante la sutileza y elegancia de la naturaleza, y de estupefacción: “Jamás hubiera pensado en hacerlo de esa forma”. Si la naturaleza es tan “inteligente” que puede aprovechar mecanismos que nos asombran con su ingenio, ¿no es acaso una evidencia persuasiva de la existencia de diseño inteligente detrás del universo físico? Si las mejores mentes del mundo pueden desenmarañar solo con dificultad las obras más profundas de la naturaleza, ¿cómo podrá suponerse que esas obras son solamente un accidente mecánico, un producto del azar ciego? … Descubrir las leyes de la física se parece en varias maneras a completar un crucigrama. … En el caso del crucigrama, jamás se nos ocurrirá suponer que las palabras simplemente cayeron en un patrón interrelacionado y consistente por mero accidente.

– Desde un punto de vista ateísta – continuó Collins – no hay razón para esperar que las leyes fundamentales fuesen bellas o elegantes, porque fácilmente pudieron no haberlo sido. Hasta el mismo Weinberg, quien es ateísta, concede que “en ocasiones la naturaleza parece más bella de lo estrictamente necesario”. Sin embargo, el ajuste fino para la simplicidad, belleza y elegancia sí tiene sentido en la hipótesis de Dios. Considera la concepción clásica de Dios: él es el ser más grande posible, y por lo tanto, un ser con sensibilidad estética perfecta. No sería sorprendente en absoluto que Dios quisiera crear un mundo de gran sutileza y belleza en su nivel más fundamental.

Lee Strobel, El caso del Creador

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